Cheesecake con yogur griego sin horno
Esta tarta de queso sin horno es una verdadera satisfacción, tanto para la vista, como para el paladar. Imagínate un manto blanco de queso crema y yogur griego con una textura muy esponjosa sobre un estrato crujiente de galletas de chocolate… ¡ufff! Deja de imaginártelo y ponte manos a la obra, que necesitará pasar algunas horas en la nevera antes de que puedas hincarle el diente.
Para la base
Para el relleno
Molde rectangular de 33 x 23 cm
1 Forrar el molde con papel vegetal, dejando un saliente de 5 centímetros en ambos lados. En un procesador de alimentos o en una bolsa de plástico con cierre, triturar las galletas hasta conseguir migajas finas, pero sin llegar a que estén totalmente molidas. Transferir las migas a un tazón mediano. Añadir la mantequilla, el azúcar y la sal, y remover hasta que esté uniformemente humedecido. Verter en el molde presionando hacia abajo para formar una capa uniforme. Reservar en el congelador mientras prepara el relleno.
2 En un recipiente grande, batir el queso crema, el azúcar glas y la vainilla con una batidora eléctrica hasta que quede esponjoso, unos 3 minutos. Batir el yogur hasta combinar, unos 30 segundos. En un recipiente batir la nata hasta formar picos. Con ayuda de una espátula, volcar la nata en la mezcla de queso crema. Verter el relleno sobre la base reservada y extender en una capa uniforme. Cubrir con papel film y refrigerar hasta que esté muy frío, al menos 6 horas o hasta toda la noche. Mantener las barras refrigeradas hasta servir.
3 Para servir, cortar las barras con un cuchillo afilado, usando el saliente de papel vegetal para transferir con cuidado la tarta a una tabla de cortar. Cuidado: la base estará tierna.