Amamos las tartas de queso, sobre todo las horneadas, pero con estas temperaturas nos cuesta mucho, mucho, m u c h o encender el horno. Esta cheesecake fría nos salva de las altas temperaturas y con su textura cremosa nos lleva directos al paraiso.
Para la base
1 paquete de galletas tipo digestive
120 gr. de mantequilla sin sal
75 gr. de arandanos secos (o cualquier otra fruta seca/deshidratada)
Para la crema
400 gr. de queso mascarpone
300 gr. de queso de untar tipo philadelphia
200 gr. de nata liquida
120 gr. de azúcar
1 sobre de cuajada
Para la cobertura
2 mangos
1 ciruela
3 hojas de gelatina
Para un molde desmoldable de 20 cm:
Colocar un papel de horno en la base del molde.
Triturar las galletas, mezclar con la mantequilla derretida y los frutos secos.
Extender sobre la superficie del molde con la ayuda de una cuchara y reservar en el frigrifico.
Calentar la nata en un cazo a fuego lento, añadir el azúcar y el sobre de cuajada (usar según indique la marca), mezclar con los dos tipos de queso.
Colocar sobre la base de galletas y reservar en la nevera aproximadamente durante dos horas.
Para la cobertura:
Colocar los mangos y la ciruelas pelados en un cazo, hervir hasta que se ablanden por completo.
Añadir unas gotas de zumo de limón. (Nosotros no le añadimos azúcar, pero puedes ponerle un par de cucharadas si te apetece que sea más dulce).
Cuando la fruta esté totalmente blanda añadir la gelatina, previamente hidratada en agua muy fría y triturar todo hasta obtener un puré sedoso.
Colocar sobre la crema de queso con la ayuda de una cuchara.
La tarta se prepara en aproximadamente 12 minutos, pero necesitará minimo 6 horas de nevera hasta que esté completamente lista.