Como si fuesen reos de la Santa Inquisición se colocan en el patíbulo de la tabla los adúlteros tomates y los culpables pimientos, se empujan con la punta del cuchillo hacia la perdición de la sartén, se rinden al poco tiempo. Luego, al ser recogidos se muestran tan arrugados y tan blandos que es necesario recogerlos con una rebanada de pan en la que vuelcan todo su sabor culpable. Torturados así no volverán a ser jamás la alegría de la huerta.
1. Cubrir el fondo de una sartén grande con aceite de oliva, calentar a fuego medio y disponer los pimientos de manera que quepan todos para torturarlos por igual. Tapar para evitar las salpicaduras de aceite e ir dando vueltas para que los pimientos se vayan haciendo por todos lados (irán perdiendo la textura firme para ir ablandándose y tostándose). Salar los pimientos cuando se hayan rendido.
2. Mientras se van haciendo los pimientos, hacer tres o cuatro incisiones profundas a cada tomate cherry con un tenedor (ahora les toca cantar a ellos).
3. Cuando los pimientos estén casi fritos, incorporar los tomates a la sartén y seguir cocinando a fuego medio alto. Salar y aplastar los tomates de cuando en cuando con el tenedor mientras se van haciendo para que suelten su jugo. Poco antes del final espolvorear orégano por encima y decir en voz alta: “Ad majorem Dei gloriam” y compórtate como buen Torquemada.
4. Cortar unas rebanadas de pan de hogaza, regarlas con el aceite de haber frito los pimientos y los tomates y disponer sobre cada una de ellas uno o dos pimientos y varios tomates aplastados (dependerá del tamaño de la rebanada). ¡Buenísimo!
· Es esencial que el pan sea de tipo hogaza, pueblo, cateto… con una miga consistente que se impregne del aceite sin deshacerse.
· Cuidado con las salpicaduras de aceite, no hace falta que te tortures a ti mismo, deja de tener gracia (de Dios).
Aprende a preparar las auténticas croquetas de patata de Kill la kill.